Otra cara de mafia de pagarés: 3 de cada 10 trabajadores recurren a usureros


La informalidad financiera empuja a sectores vulnerables hacia créditos peligrosos. En algunos casos los usureros hasta ya exigen hipotecas en vez de pagarés.
Una investigación hecha por el especialista en empleo Enrique López Arce revela una cifra alarmante: el 90% de los trabajadores tiene algún tipo de deuda, y lo más preocupante es que una parte importante de ellos (3 de cada 10) está recurriendo a créditos informales con los usureros.
Según el Banco Central del Paraguay, desde marzo los servicios financieros tienen una tasa de interés de hasta 28,89% de interés anual. Las entidades que cobran tasas superiores a este nivel están incurriendo en el delito de usura, la cual implica el interés ilícito que se lleva por el dinero o el género en el contrato de préstamo.
En algunos casos el interés de los prestamistas trepa al 50% y muchas veces los cobros son diarios o semanales. Trabajadores asalariados, cuentapropistas o incluso emprendedores que no tienen el respaldo de requisitos exigidos en el mercado financiero formal, no ven otra salida más que recurrir a los usureros para sobrevivir al día a día.
El estudio hecho por López Arce, que ya abarca a más de 600 trabajadores mediante entrevistas presenciales y preguntas abiertas, evidencia la normalización de los préstamos ilegales, sin regulaciones, sin formularios y sin respaldo. El 34% afirma que tiene un particular que le trae el dinero hasta la casa con solo una llamada. No hacen fila, no llenan papeles y eso lo consideran algo bueno. Es el concepto de que el usurero es ‘buena persona’, según explicó el especialista.
Sin embargo, los problemas comienzan cuando la persona que presta el dinero cae en mora. El usurero deja de ser bueno cuando ya no puede cobrar lo prestado. Ahí comienzan las amenazas, los cobros duplicados o triplicados y hasta agresiones, según advierte López Arce.
La situación económica, el aumento de la informalidad financiera y el sonado caso de la “mafia de los pagarés” está llevando incluso a cambios en las condiciones de los préstamos. En zonas como Remanso, pescadores reportaron que ya no les aceptan pagarés y les exigen hipotecas, sin embargo, el problema es que muchos ni siquiera tienen una casa a su nombre.
El analista aclara que tanto el préstamo como el pagaré no deben ser demonizados, ya que el problema no es el instrumento, sino el mal uso que puede darse a estas herramientas.